lunes, 21 de enero de 2013

El árbol de los problemas


Decidí a reparar una vieja casa que tenía en una granja, así que contraté a un carpintero que se encargaría de la restauración. Un día decidí ir a la granja, para ver como iban todos los trabajos. Ese día parecía no ser el mejor para el carpintero. Su cortadora eléctrica se había dañado, haciéndole perder dos horas. Un corte de electricidad en el pueblo le hizo perder dos horas más. Tratando de recuperar el tiempo, partió dos sierras de su cortadora. Ya finalizando la jornada, la pega que disponía no le alcanzaba para mezclar su fórmula de acabado. Después de un día tan irregular, ya disponiéndose para ir a su casa, el camión se le negó a arrancar. Me ofrecí a llevarlo. Mientras recorríamos los hermosos paisajes, él iba en silencio meditando. Parecía un poco molesto por los desaires que el día le había jugado. 

Después de treinta minutos de recorrido llegamos a su casa, y de sorpresa recibí una invitación para que conociera a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, de color verde intenso y muy hermoso. Tocó varias ramas con sus manos, mientras admiraba sus preciosas hojas. Cuando abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas y alegría. Sus hijos se lanzaron sobre él, dando vueltas en la sala. Le dio un beso a su esposa y me presentó. Me invitó a una suculenta cena. Ya despidiéndome, me acompañó hasta el carro. 

Cuando pasamos cerca del árbol sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que había visto hacer un rato antes y lo del árbol. ¡Ese es mi árbol de los problemas! contestó. Entonces dijo: sé que no puedo evitar tener dificultades en mi trabajo, percances y alteraciones en mi estado de ánimo. Pero una cosa si es segura: Esos problemas no pertenecen ni a mi esposa y mucho menos a mis hijos o a mis amigos. Así que simplemente los cuelgo en el "árbol de los problemas" cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana los recojo nuevamente. Lo divertido es, dijo sonriendo el carpintero, que cuando salgo en la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior. Cada día hay una preocupación distinta, que eso no nos impida la buena convivencia familiar, ni mucho menos espiritual.

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